Más lindos, menos reales
- @CarlaFerrin
- 13 jun 2016
- 2 Min. de lectura
La vida en tiempos de filtros

Cómo nos gustaría poder levantarnos y, en vez de tener que maquillarnos o mínimamente arreglarnos, poder elegir un filtro para empezar el día. Porque, a decir verdad, quién no se siente más lindo en Instagram? Es el lugar que nos permite ser quien soñamos ser, donde todos nos mostramos felices e interesantes.
Según un estudio realizado por los investigadores de Yahoo Labs y Georgia Tech, en el que analizaron 7,6 millones de fotos publicadas en Flickr e Instagram, "los efectos que funcionan mejor son aquellos que suben los colores cálidos y elevan la exposición y el contraste". Elegir el filtro correcto aumentaría la cantidad de "corazones" y comentarios en la foto. Y ahí es, justamente, donde reside el problema.
Tener los ojos más brillosos, los labios más rojos, parecer más bronceados, que los colores sean más vivos. En definitiva, ser más lindos pero menos reales. Todo por un corazón, que tampoco es real.
De repente, nos convertimos en un número. La idea es acumular seguidores y likes. Hacer algo interesante sólo para mostrarlo en las redes. Nos cuantificamos y cosificamos todo el tiempo, porque ahora nuestra vida pasa por las redes. Y nuestro autoestima también.
Se produce una especie de "efecto de halo" donde se asocia a quién tiene más seguidores con una persona copada, exitosa, linda. Tener la "K" en los "followers" es entendido como el GRAN logro.
Así, después de siglos, se sigue aplicando lo que planteaba Maquiavelo en "El Príncipe", lo importante no es tener tales cualidades sino saber aparentarlas. Una foto de un viaje, la pareja feliz, un recuerdo de la infancia, algún logro personal y la infaltable "espontánea" antes de salir, están en el ranking de las situaciones que generan mayor atracción para quienes nos siguen.
De a poco, nos fuimos volviendo un poco adictos a esa vida virtual. Porque ahí nos sentimos cómodos, es el lugar donde todo está bien, no hay nada que duela (salvo la lupita de Instagram, pasaje directo hacia un viaje de ida y creadora de los culebrones más absurdos que puedas imaginar).
Así, nos esforzamos por alcanzar un ideal. Sin embargo, cuando nos detenemos un segundo a pensar, nos damos cuenta que los mejores momentos son aquellos que no están en las redes: el abrazo de un reencuentro, una charla en un bar, un beso apasionado o simplemente la mirada de tus viejos. Porque, a veces, está bueno vivir sin filtros.
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