Miles de argentinos volvieron a gritar #NiUnaMenos
- @carliferrin @ramisciarrotta
- 3 jun 2016
- 4 Min. de lectura
Atardecer de un viernes agitado, la gente huye de sus oficinas para empezar el ansiado fin de semana. Pero, de repente, la rutina se interrumpe y el centro porteño se llena de carteles y tambores. Es que las mujeres vuelven a gritar, acompañadas de niños y la sorprendente presencia de muchos hombres que se suman a la marcha. Una vez más, cientos de miles se reúnen para seguir reclamando bajo la consigna #NiUnaMenos.
Es un mar de gente y al Congreso de la Nación llegan columnas por Callao y otras, por Avenida de Mayo. Al final, suman 150 mil bocas contando historias, reclamando derechos, pidiendo justicia. La 9 de Julio colapsa y el bloque de gente, teñido de distintos partidos y grupos, avanza lentamente hacia la Casa Rosada, unidos por una misma motivación: parar la violencia contra la mujer en todas sus formas y manifestaciones.
Belén, Melina, María Marta, Ángeles son nombres que se vuelven propios integrantes de una trágica lista que contabiliza la muerte de una mujer cada 30 horas en la Argentina, por tal condición natural. Nombres se replican por cientos en los carteles y pancartas. A la par de los cánticos alusivos, algunas mujeres se animan a contar su historia. Así es como entre medio de la multitud se divisa un cartel que estremece:“Al divorciarme, fue y mató a mis dos hijas”.
María Gabriela Autelli,de Lanús, alza rodeada de familiares el relato del horror. Cuenta, entre sollozos, el calvario que le tocó vivir: “Me decía que mi trabajo era berreta, poco e incluso iba a la facultad con cierta ropa para que él no se enojara”. Gabriela, a la distancia, asegura que cuando empezó el círculo violento “no lo vivía como agresividad, para mí violencia era lo que mostraban en la tele”.
Avanzan las columnas, las historias se replican y los pedidos de justicia parecen ser infinitos; algo que no escapa a las generales de un país acostumbrado a que en los tribunales se apilen causas que duermen la siesta.
Como no podía ser de otra manera, en el medio, mete la cola la política, que en esta edición del #NiUnaMenos es merecedora de una capítulo propio -por no decir de un libro completo- por ausencias y presencias de lo más polémicas. Pero algunos legisladores, prefieren mezclarse con la multitud y apropiarse, de buen modo, de este reclamo social.
Juan Manuel Abal Medina (Senador FPV) camina por la Plaza de Mayo, con mirada triste y pensativa pero con la firmeza que caracteriza su prosa, confiesa que siente “por un lado, una gran alegría porque sigue viva esta movilización y la suma de muchos varones al pedido de justicia demuestra una fuerte concientización; pero, por otro lado, implica una preocupación: la marcha demuestra que el femicidio es un fenómeno muy presente que sigue costando vidas”.
Soledad Sosa, Diputada del Frente de Izquierda, también se siente como Abal Medina. “Son sentimientos encontrados, por un lado uno festeja o tiene un poco de alegría al ver que entendemos que la violencia es algo malo, no lo naturalizamos, sino que salimos a luchar y hacer escuchar nuestras voces para cambiar la situación. Y por otro lado sentimos indignación porque todos los días tenemos una noticia que es peor a la del día anterior”, asegura.
Myriam Bregman, diputada del PTS, recorre la zona del Cabildo mezclada entre la masa de mujeres, niños y hombres que se hacen presentes. Se la ve pensativa, con ojos brillosos, preocupada porque las soluciones no llegan. Sobre la violencia contra la mujer la diputada sostiene que “tiene raíces profundas en una sociedad de clases y no se va a erradicar porque se tome una medida desde el gobierno. Sí hay medidas que desde el Estado se deben tomar de manera urgente, como que las mujeres tengan un refugio a dónde ir, para poder salir rápidamente de la casa donde se ejerce la agresión, que los chicos tengan vacantes en las escuelas y la licencia en el trabajo”
Los reclamos se multiplican y las temáticas se repiten, y no por eso son más o mejor atendidas. Desde el aborto hasta la situación de los hijos de las mujeres asesinadas los temas son transversales y buscan instalar en agenda un debate sobre políticas públicas efectivas tendientes a reducir la brecha mujeres-hombres, producir las condiciones necesarias para la prevención de la violencia, mejorar la educación sexual en las escuelas y hasta discutir el rol de los medios en la formación de estereotipos sociales asociadas al género.
El grito de hoy tiene que tener eco mañana, pero ese grito de Ni Una Menos tiene que dejar de ser tan desgarrador y el eco no puede ser la réplica eterna de un reclamo de justicia frente al horror. La sociedad no puede ni debe tolerar ninguna forma de violencia. Las políticas públicas deberán orientarse de manera urgente a la prevención de la violencia contra la mujer y la correcta atención de las víctimas. En paralelo, hay que apostar a una visión integral de las problemáticas asociadas al género femenino que viren en el variado abanico de tópicos, que van desde la necesidad de dar debate sobre el aborto hasta discutir sobre el rol de la mujer en el desarrollo.
Porque para poder decir #NiUnaMenos la sociedad deberá aprender, primero, a educar.
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